La Hna. María Auxiliadora Bohorquez, coordinadora continental del Congreso de Pentecostés (junto al padre José Luis Correa) realizó una charla abierta en Paraguay sobre las conclusiones que dejó el segundo Congreso que se realizó en el mes de junio en Alemania.
Aprovechamos la visita de la hermana a Paraguay para charlar con ella y que nos ayude a echar luz sobre algunas de las conclusiones de ese importante encuentro para todo el Movimiento de Schoenstatt.
¿Qué impresión le dejó la Familia de Schoenstatt de Paraguay en el Congreso de Pentecostés?
Mi impresión sobre la familia paraguaya es muy grata porque realmente uno percibe que es una familia por un lado joven, dinámica, creativa y al mismo tiempo tiene como ese sabor a Schoenstatt muy fuerte y eso es algo que a uno le encanta, cómo los paraguayos están muy involucrados en todo lo que es la actualidad y tratar de dar respuestas y estar presentes en las inquietudes de la gente alrededor. Esta familia paraguaya se nota que es apostólica, atrae gente al Santuario y al mismo tiempo está muy compenetrada en lo que es Schoenstatt. En el Congreso de Pentecostés los vi alegres, cercanos, estuvimos con algunos de ellos intercambiando en algunos grupos y eso me dio mucha alegría.
En el Congreso de Pentecostés hubo unas conclusiones y lineamientos que apuntan al futuro de nuestro Movimiento y se busca renovar el carisma de Schoenstatt. ¿Cómo se podría entender eso, hermana?
Un carisma es como un sello que el Espíritu Santo da a las personas en un tiempo determinado para responder desde la fe a las inquietudes de ese tiempo. Un carisma es como, si se quiere, una especialidad espiritual. Entonces en realidad no se debe entender ese renovar como cambiar para mejorar sino que eso significa darle más brillo. Hacer que ese carisma ilumine las preguntas del hoy, en ese sentido se renueva un carisma. Y también cuando uno se esfuerza por expresar el mensaje de este carisma a las personas por un lenguaje que lo entienda. Entonces uno se renueva y uno de alguna manera hace que suene de manera nueva ese carisma, que se entienda. Al mismo tiempo yo me renuevo en el carisma, en el sentido que yo no simplemente abracé por así decir la alianza de amor, el santuario, el padre fundador, me compenetré de ellos y eso que ocurrió un día hace un tiempo atrás siempre de nuevo vuelvo a tomarlo, vuelvo a poseerme de ello, vuelvo a descubrir la belleza de este carisma, la belleza de Schoenstatt todos los días.
Sería un poco lo que hacemos los 18 todos los meses, renovando nuestra Alianza de Amor…
Exacto. Sí, uno renueva la Alianza de Amor cada 18 junto a otras personas, pero también me renuevo yo. Es una decisión que tomo una y otra vez. La renovación implica creatividad y fidelidad, los dos elementos. Yo soy fiel a eso que un día dije “sí” y le vuelvo hoy a decir “sí” y de una manera creativa para que brille. Renovarse es lo contrario a tener una fe de museo que tuve un día y que se va estancando, no, yo la hago nueva a través de volver a descubrirla, profundizarla.
La renovación es fidelidad entonces de ahí viene esta conclusión de enraizarse…
Tú lo has dicho. La fidelidad es parte de la renovación. La palabra es fuerte, enraizar es tener una raíz en algo, un árbol o cualquier otra planta tiene raíces de verdad fuertes es porque todo su ser está unido de una manera que no se rompe. Entonces yo me enraízo, tengo mis raíces en este carisma en la persona del Padre Fundador y en todo lo propio de este movimiento, este carisma, es porque estoy unido, estoy enlazado. La savia de este árbol corre también por mi sangre.
Se menciona mucho a los jóvenes y se habla de incluir a más jóvenes para el próximo congreso. ¿Faltó más representatividad?
A ver, hubo más representatividad que en el congreso anterior. No olvidemos que solo hemos tenido en nuestra historia solo dos congresos de Pentecostés, este fue el segundo en más de un siglo de Schoenstatt. Hubo más jóvenes que la vez pasada pero nosotros queremos que haya todavía más ¿por qué? Porque tenemos conciencia que el presente y el futuro nuestro se juega en los jóvenes. Entonces Schoenstatt necesita de su juventud presente por eso decíamos “que haya más jóvenes todavía”. Los jóvenes tuvieron un rol muy protagónico que no estuvieron simplemente ahí, sino que también hicieron oír su voz, hicieron sentir su presencia, buscaron espacios para encontrarse a pesar de que el congreso era intenso, no les importó el cansancio para dialogar entre ellos pero junto a toda la familia y por eso su aporte se hizo sentir.
A veces hay jornadas en la que los jóvenes están pero no escuchamos tan atentamente lo que ellos quieren decirnos. Como que ven las cosas de una manera diferente y enfrentan desafíos muy grandes. Eso nos dijeron los jóvenes en el Congreso, ellos están en un ambiente, en una cultura que les formula tantas preguntas tan difíciles a veces, tan intrincadas, que ellos realmente también sienten la urgencia de recibir de nosotros ese apoyo, esa respuesta y también buscarla ellos mismos para darla.
¿Cómo se puede lograr esa transición orgánica entre las generaciones antiguas hacia los jóvenes eventualmente?
¿Qué significa la transición? Transición quiere decir que cuando los jóvenes crezcan y se vayan haciendo adultos, sigan fluyendo dentro de la misma familia en Schoenstatt y sientan que tienen un lugar ahí y que no se sientan como desubicados porque ya pasaron de la universidad y no se sienten cómodos en los profesionales, o todavía no se han casado. Esa transición significa que las ramas adultas sean creativas para generar espacios y modalidades de participación, que tengan un lenguaje y aborden los temas que a los jóvenes les interesa.
Entonces ellos se van a sentir bien dentro de estas otras ramas y comunidades a las que ellos van a pertenecer.
Ellos hablaban de poder tener esa transición en ese sentido, no quieren perder su lugar en esta familia pero tampoco quieren estar ahí de manera incómoda, sin que sus lenguajes e inquietudes estén también presentes en esta familia.
Además, yo creo que en la medida en que nosotros en la vida de la familia de Schoenstatt actual , igual que en el Congreso de Pentecostés, estemos atentos a escuchar a los jóvenes a que ellos también expresen su voz y su pensamiento, entonces se va a dar la transición de manera mucho mejor. Por que hay actividades en la que no están los jóvenes, o están muy pocos, es por eso, porque tal vez no sienten que su voz va a ser escuchada, que sus preguntas van a ser respondidas, entonces , si nosotros en las actividades que tenemos les hacemos espacio para que ellos puedan hablar, preguntar y expresarse, ellos van a estar más presentes. O cuando se programa una jornada, por ejemplo de dirigentes de la Obra, ¿se piensa también en los jóvenes, en cómo atraerlos? Deben sentir que la jornada también es para ellos, entonces la transición va a ser mucho más fácil y más fecunda.
En cuanto al diálogo con otros carismas en la iglesia, se mencionaba que se buscará una atmósfera aperturista de acogida ¿Cómo se logra ese diálogo con otros carismas?
Si nosotros estamos enraizados en algo que es valioso no queremos estar con ese tesoro, con ese carisma, solo para nosotros. Queremos compartirlo pero también enriquecernos, lo que nosotros tenemos, junto con la riqueza de otros.
Para lograrlo también hay que salir al encuentro y tomar algunas iniciativas, por ejemplo, yo recuerdo un tiempo en el que organizamos una cena una vez al año invitando a gente de otros movimientos, junto a los representantes o jefes de Schoenstatt, y en esa cena era precioso conversar, escuchar qué están haciendo los Focolares, los de Comunión y Liberación, dependiendo de cuales son los demás carismas o el movimiento que a lo mejor florecen más en tu país e invitarlos a un encuentro, a una cena y conversar.
También, por ejemplo, estando presentes en actividades, no dejando que nuestra agenda se llene solamente con las cosas nuestras del movimiento, si no que también tener un espacio en las agendas para algo que es importante en mi parroquia, también con la Iglesia, ordenación de sacerdotes de la diócesis, ir como grupo y hacernos presentes. Invitar también a los obispos o a representantes en algunas cosas nuestras y darles un lugar. Esas invitaciones, esos espacios de nuestra agenda junto a otros. No es nada difícil eso.
No nos contentemos solamente con nuestras actividades sino hacer espacio a estas actividades junto a los demás, esa fraternidad.
En este último Congreso de Pentecostés se afirmó que “estamos dispuestos a contestar todos los cuestionamientos al Padre José Kentenich”. ¿Cómo nos disponemos?
En el Congreso fue muy hermoso como lo que ha salido del alma de los schoenstattianos fue “nos queremos enfrentar primeramente conociendo más al padre fundador, conociéndolo y conociendo más nuestro carisma, comprendiendo nuestro carisma y al padre”.
O sea, desde esa raíz queremos enfrentar con serenidad, con tranquilidad, con confianza, con esperanza, las preguntas, las críticas, las acusaciones muy fuertes que se le han hecho al Padre Kentenich y con veracidad y transparencia, no tenemos temor, sobre todo aquellos que tal vez queremos conocerlo un poco más no tenemos temor de enfrentar las cosas que se han dicho contra él. Nosotros creemos comprenderlo. Si se dice que él ante tal persona tuvo una actitud equivocada pudo haberse equivocado con alguna persona por querer hacerle el bien y la persona lo pudo haber sentido de otra manera y no tenemos temor a decir que nuestro Padre Fundador pudo haber cometido un error, pero también estamos tranquilos porque sabemos y conocemos tantos testimonios de tantas personas que él ayudó y respondió.
Por eso creo que esa transparencia, esa confianza, ese cariño también (que en la familia paraguaya por demás es muy notorio al padre fundador) nos permite caminar este trecho difícil y sentirnos en ese sentido serenos y muy confiados, con mucha esperanza.
